Montessori no es para mí (o al menos, no siempre)


Cuando empecé a interesarme por el método Montessori, imaginaba a mi pequeño  concentrado, haciendo actividades con cuidado, guardando todo en su lugar y disfrutando de un ambiente ordenado y armonioso.

Pero la realidad fue otra. Mi hijo saca todo de las estanterías sin parar, tira materiales, no quiere hacer las actividades que le propongo y a veces siento que Montessori no es para mí… ni para él.

¿Te suena familiar?

Quiero contarte que esto es totalmente normal, sobre todo en niños menores de 2-3 años. A esta edad están en pleno período sensible del orden y del movimiento, pero todavía están aprendiendo cómo interactuar con su entorno. Para ellos, el mundo es un gran descubrimiento y muchas veces lo que hacemos “por orden” no coincide con su necesidad de explorar.

Aquí te dejo algunas claves y consejos que me han ayudado a entender mejor a mi pequeño y adaptar Montessori a su ritmo, sin frustraciones:

1. Revisa el número de materiales disponibles

Cuando hay demasiadas cosas a la vista, los niños se saturan y quieren sacar todo de golpe.
En casa, ahora dejo solo entre 4 y 6 actividades accesibles. El resto las guardo y hago rotación semanal. Así no hay tanto lío y se concentran mejor en lo que tienen.

2. Observa su interés actual

Cada niño está en una etapa diferente y sus intereses cambian rápido.
Me he preguntado: ¿le gusta verter, apilar, abrir y cerrar cosas, empujar o arrastrar? ¿Está más en fase motora, exploradora o sensorial?
Adaptar las actividades a lo que realmente quiere hacer ahora ha hecho que disfrute mucho más.

3. Revisa el ambiente físico

A veces pequeños detalles marcan la diferencia:

  • ¿Puede coger los materiales fácilmente?

  • ¿Tiene un espacio cómodo para jugar?

  • ¿Están los materiales a su altura y bien presentados?

En casa, poner una alfombra para delimitar el espacio y usar bandejas más ligeras ayudó mucho a que se quedara más tiempo con las actividades.

4. Menos expectativas, más acompañamiento

Con niños tan pequeños no podemos esperar que mantengan el orden solos. Esto es un aprendizaje que lleva tiempo y repetición.
Invito a mi hijo a guardar conmigo, sin prisas ni enfados. Lo nombro con calma: “Vamos a poner esto en su sitio.” A veces hasta cantamos una canción para que sea divertido.

5. Un ejemplo de rutina que me funciona

  • Dejo solo 4 bandejas con materiales muy sencillos, como ensartar, abrir y cerrar, meter y sacar.

  • Al despertar, le invito a explorar una sola actividad: “Hoy vamos a jugar con esto.”

  • Cuando termina, recogemos juntos: “Mira, lo guardamos aquí para que descanse.”

Al final, Montessori es un camino que se adapta a cada niño y a cada familia. Y está bien si algunas veces parece que “no funciona” o que tu pequeño no quiere seguir las reglas. Lo importante es acompañar, observar y respetar su ritmo.

Si estás pasando por algo parecido, no estás sola. ¡Nos entendemos!


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